Crónica de Viaje
(Relato del Obispo Abraham Pelagonias, con agregados de la Gerondisa Mariamne y de Vladyka Chrysóstomos….pero en su mayoría es autor el primero…)
Vladyka Chrysóstomos, Madre Mariamne y yo salimos del Ecuador el día 27 de octubre de 2016 con destino a Bogotá, donde pasaríamos algunas horas esperando el vuelo hasta Frankfurt y luego permanecer en el aeropuerto para tomar el vuelo hacia Atenas en Grecia. Todo el viaje nos tomó cerca de 34 horas y mientras nosotros habíamos empezado el trayecto, ya nuestros hermanos de Colombia, Archimandrita Eliseo junto con las Madres Paramithia y Agni, habían embarcado también para viajar vía París Atenas y encontrarnos solo con unas pocas horas de diferencia en el Monasterio de la Theogenítoros en la región de Ática en Grecia continental al norte de la capital. Cuando llegamos al aeropuerto nos encontramos con el Arzobispo Porfirios quien es el Secretario del Santo Sínodo. Nadie sabía en Grecia que por la generosidad de una persona que desea mantenerse en el anonimato, se consiguió a última hora que viaje Madre Mariamne, por esto cuando llegamos ella permaneció escondida hasta que salimos para saludar a nuestro hermano Arzobispo que nos recibía, y ella después salió para presentarse después como sorpresa para el Metropolita Angelos. Subimos a un pequeño furgón que fue manejado por el Señor Gregorio quien es un fiel laico que vive en monasterio y que trabaja colaborando como chofer. Durante el trayecto el Arzobispo Porfirios y Vladyka Chrysóstomos fueron conversando de algunos pormenores del viaje y sobre detalles de las festividades que se avecinaban, era de madrugada y durante un recorrido de cuarenta y cinco minutos ya estábamos llegando al monasterio. En el ingreso de la carretera, aún lejos de la entrada, un icono de la Madre de Dios alumbrado por una lámpara nos daba la bienvenida al monasterio, inmediatamente ante nuestros ojos se erguía una gran muralla iluminada con cruces y nos bajamos del vehículo en frente de un portal con unas esculturas de leones a la entrada, un icono de la Madre de Dios en el umbral de la puerta y los santos Arcángeles Miguel y Gabriel a los lados, las campanas comenzaron a repicar anunciando la llegada de un Jerarca al monasterio. Como rezan las costumbres monásticas lo primero fue visitar la Iglesia, saludar al Señor y dueño del Monasterio, y el Jerarca visitante, en esta ocasión Vladyka dar su bendición a quienes moran en él, era cerca de la una de la madrugada y en una capilla lateral en medio de la penumbra de las velas aparecían las siluetas de algunas monjas que recogidas en la oración escuchaban los cantos del coro, al mismo tiempo se dejó oír la voz serena, dulce y profunda del obispo Gabriel que celebraba en ese momento la Divina y Santa Liturgia y que en el transcurso de muchas noches nos acompañaría cuando asistiéramos después con devoción a la celebración de los Divinos Misterios. Fuimos dirigidos en silencio hasta el icono principal de la Madre de Dios Theogenítoros y besándolo con cariño agradecíamos su maternal cuidado en el viaje y durante nuestro trabajo en Latinoamérica y pedíamos bendijera todo cuanto debía suceder para el bien de nuestras almas y para mayor gloria de Dios su Hijo y nuestro Señor; pedimos también para que el padre Eliseo, y las madres Paramithia y Agní llegarán sin contratiempos y pudiéramos estar todos juntos nuevamente.
Luego nos llevaron hacia el Itzba (nombre tomado del ruso) que es una cabaña donde el Metropolita Angelos nos esperaba para darnos la bienvenida, de camino nos dio el encuentro kiria (Señora) Elena, una señora que durante toda nuestra estadía se convertiría en una figura querida y familiar para mí, tal como ya lo era para Vladyka Chhrysóstomos y la madre Mariamne a quienes conocía de otros viajes. Cuando llegamos a la cabaña pasamos primero Vladyka y yo mientras la madre esperaba afuera porque ella era «en sí» el regalo para el Metropolita Angelos por motivo de la festividad de los santos Arcángeles. El jerarca estaba sentado en el centro rodeado de algunos otros monjes y monjas entre ellas la superiora del monasterio la Gerondsa Mariam, inmediatamente el reconocernos luego de habernos visto por fotografías y de orar unos por otros, todo esto es muy difícil describirlo pero la oración crea vínculos que sobrepasan el entendimiento. El Metropolita Angelos nos dio su bendición y recibimiento, madre Mariamne entonces entró y no fue menos la sorpresa como la fue del Arzobispo Porfirios en el aeropuerto, bendijo que pueda ser recibida en una nueva construcción de huéspedes del monasterio que hasta solo hace un día los obispos Gabriel, Querubín y Serafín junto con otros padres acababan de construir y dejar a punto para los visitantes que vendrían a la reunión de la festividad y del Santo Sínodo. Nos retiramos a descansar y nos veríamos a las nueve de la mañana para el desayuno y esperar la llegada en la tarde de nuestros hermanos de Colombia. Ya por la mañana en la pequeña casa construida para el Metropolita Chrysóstomos dentro del monasterio se escuchaban las campanas anunciando lo horarios propios de las actividades de las hermanas, fuimos hasta el arjondariki que es el lugar donde reciben a los huéspedes, inmediatamente la novedad de la comida propia del monasterio con cosas preparadas por las monjitas y otras fruto de las donaciones recibidas, a cargo de este lugar está la hermana Teoninfi, que es una monjita de unos sesenta años o más que además es la portera del monasterio, y encargada de la Hospedería (Xenonas) y que luego de hacerse monja hace muchos años dio ejemplo a dos de sus cuatro hijos para ingresar al monasterio también, uno de ellos el mismo Arzobispo Profirios, el padre Taxiarjis que reposa ahora en el Señor y que fue un hombre santo y cuyo cuerpo se encuentra incorrupto en el monasterio masculino de San Miguel Arcángel y de quien hace dos años tenemos dos costillas entregadas a la Metrópolis de Ecuador y Latinoamérica como reliquias de intercesión por nuestra labor en occidente. Otro hijo es el Diácono Rafael, casado, cuyo hijo el padre Querubín; es hierodiácono en el monasterio. Historias como estás conocería varias durante nuestra estadía en Grecia. Muchas familias cuando se relacionan con la Iglesia, y aman a Dios, van poco a poco entregándose a servirle.
Camino del almuerzo en el salón del trono pasamos por la cocina e inmediatamente las hermanas a cargo salieron al encuentro de Vladyka Chrysóstomos y de Madre Mariamne a quien evidentemente aman y respetan, luego de pedir la bendición al jerarca, a la Gerondisa de Ecuador y a mí, fuimos al encuentro del Arzobispo Porfirios para almorzar juntos, este recorrido sería el mismo la mayoría de nuestra permanencia en el monasterio y la compañía del Arzobispo Porfirios quien dejando todas sus obligaciones diarias tendría en adelante esta amabilidad de acompañarnos para almorzar y merendar con nosotros y los demás visitantes del Sínodo. Normalmente luego de los almuerzos siempre se visitaba al Metropolita Angelos en su «cabañita», todas las personas que a lo largo de muchos años más de 30 años han usado el nombre en griego «Paterulis» que significa “Padrecito” con cariño, respeto y devoción, pues lo es de toda la sinodia (comunidad) de monjas y de todos los monjes y fieles que por años ha guiado con severidad y con amor a todas estas almas. Yo por mi parte no dejaba de hacer comparaciones entre él con esta realidad y entre Vladyka Chrysóstomos y nuestra realidad latinoamericana, éstas comparaciones me llevarían en lo futuro a reflexiones profundas sobre la vida humana, la vida religiosa y la voluntad de Dios y la voluntad de los hombres.
En la noche del segundo día luego de unas horas de tensión porque no llegaron en el vuelo que se suponía venían el padre Eliseo y las madres de Colombia, arribaron finalmente y su retraso se debió a un vuelo demorado desde Bogotá, por responsabilidad de la aerolínea. De la misma manera ellos fueron introducidos al monasterio conforme a las reglas monásticas, y llevados ante el Metropolita cuya sede está dentro de este monasterio. La novedad era conocer a las monjitas de Colombia, de quienes ya conocían y oraban cuando eran encomendadas en cada liturgia por Metropolita Angelos en la procesión de la gran entrada dentro de la Divina Liturgia. El Padre Eliseo ya había venido antes a Grecia y estaba habituado a mucho del sistema propio y particular de este monasterio, pues es norma que cada monasterio en la Iglesia Ortodoxa tiene sus propias prácticas conforme a su propio tipicon para solvencia de sus necesidades y costumbres particulares.
El día Domingo sería mi ordenación episcopal, para lo cual reunidos en oración los seis pedimos a Dios que mostrará el nombre que Él quisiera para mí, puesto que el nombre de Gabriel, el cual Metropolita Angelos había escogido primero, no era muy conveniente, así que la decisión fue entre otros tres nombres que nos dio a escoger: Isaías, Abraham y Joel, dos nombres de los profetas que hablan de la purificación del pueblo de Israel y la misericordia de Dios que finalmente lo restauraría y el otro el nombre de un patriarca que sería padre de naciones y a quien Dios se revelaría. Luego de varios intentos, pues debía salir tres veces seguidas el nombre que Dios quisiera como se acostumbra elegir desde la época de los Apóstoles, salió Abraham. La ordenación se suscitó el Domingo 30 de Octubre de 2016 fiesta de San Andrés de Creta, y conmemoración de san Cosme y Damián de Arabia.
Esa semana tuvimos la alegría de recibir bendición (permiso) para salir del monasterio e ir de peregrinación al santuario de San Nectarios en la Isla de Egina, frente a las costas de Atenas. Para todos fue una novedad el tren que nos transportó solo en 45 minutos desde la región de Ática hasta la capital. Los grandes ferris en el puerto de Pireos fueron un nuevo espectáculo, dentro de uno de estos barcos caben muchos camiones y muchos carros; luego de 1 hora desembarcamos y visitamos una pequeña capilla dedicada a nuestro padre entre los Santos, San Nicolás Arzobispo de Myra en Licia, en donde estaban dispuestos dos iconos como regalo de algún fiel devoto para quien los quisiera, que cumplía alguna promesa a San Pantaleimón, Vladyka Chrysóstomos le indico al padre Eliseo que tomara uno porque precisamente Pantaleimon, sería el nombre de Obispo que recibiría ese domingo siguiente debido a su labor de más de tres décadas con enfermos y ayuda a los necesitados.
Luego tomamos dos taxis hasta el santuario de San Nectarios, llegamos muy contentos y pasando el umbral del monasterio a unos cuantos pasos estaba una capilla donde se disponían la cabeza de San Nectarios y algunos otros restos del Santo, veneramos las santas reliquias y muy privadamente cada uno pidió y agradeció a San Nectarios por cosas personales y por la fe y la Iglesia en Latinoamérica, junto a esta capilla había dispuesta otra, dedicada a la Santísima Trinidad, donde el Santo se tomó la famosa fotografía donde aparece revestido con las vestimentas de Obispo, allí el acostumbraba celebrar los sagrados misterios mientras permaneció recluido en este monasterio de monjas hasta el final de sus días, por haber sido calumniado y sufrió calumnias por parte de varios obispos, viéndose obligado a mantenerse alejado de Atenas. Junto a la capilla de la Santa Trinidad hay una pequeña capillita donde estaba la tumba original de San Nectarios, allí habían personas abrasadas del nicho de mármol pidiendo por sus necesidades personales, detrás en el pequeño santuario dispuesto muy sencillamente pero con gran amor estaba el Tabernáculo con los Santísimos Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo. “Cuán preciosa es ante los ojos de Dios la muerte de sus Santos”. Al salir de allí invitan a pasar a la casita donde vivía San Nectarios, un recibidor, un pasillo con una roca de la ciudad de Sylivria en Egipto, donde nació el Santo, y una sala con fotografías antiguas e iconos, una mesa de comedor y un aparador con algunos libros, luego el cuarto sencillo con su altar personal. La señora que cuida el sitio, Adriana, se sorprendió que viniéramos desde Sudamérica, se aficionó de nosotros y nos abrió una puerta que daba al patio donde había un hermoso árbol, bajo el cual San Nectarios se sentaba largas horas a orar con su cuerda de oración y desde donde se podía divisar todo el pequeño valle que rodeaba el monasterio, en frente se situaban unos monasterios y eremitas antiguas, todo muy bonito y evocador. Luego de esto y como es costumbre monástica ortodoxa en el arjondariki la monjita Crisobalanti, a cargo de las visitas nos recibió a la orden de la superiora del monasterio y en representación suya, conforme a la dignidad jerárquica de Obispos y Archimandrita, con una copa de agua, un dulce y un bombón de pistachos, también nos obsequió por gentileza de la Gerondisa Teodosia y en nombre de la sinodía de monjas unos iconos para cada uno de los seis y un libro para la Gerondisa Mariamne en griego de la vida de San Nectarios, este último muy a propósito, pues la Gerondisa habla griego bastante bien y una lectura de este tipo ayudaría a perfeccionar el idioma y aumentar el léxico, en fin todos estos regalos agradecimos desde el fondo del corazón. El salón muy sobrio, sencillo, muy limpio y acogedor, dos Iconos preciosos de nuestro Señor Jesucristo y de su Santísima Madre coronando la pared del recibidor. Bajamos después hasta el santuario nuevo, una imponente Iglesia cuyo trabajo de mosaicos todavía no termina, la señora a cargo del lugar, Georgia habló con la Gerondisa Mariamne y regaló velas que Vladyka Chrysostomos bendijo y las paso sobre la nueva tumba del Santo y antidorón de la última Divina Liturgia, nos maravilló la belleza del templo y veneramos la nueva tumba donde reposa el cuerpo de San Nectarios, volvimos a orar ante los Santos Dones y el cuerpo del Santo y tomamos varias fotografías, volvimos a subir hasta la parte superior del monasterio y nos dispusimos a Almorzar, en eso conocimos a Constantina, una señora muy pobre que vendía unos esferográficos y que pedía ayuda, le dimos algo de ayuda y la bendición, a pesar de su pobreza nos quería regalar unos esferos, lo cual no aceptamos, nos pidió que la recordáramos en nuestras oraciones. Llegaron los taxis que nos recogieron y volvimos a la ciudad de Egina y como aún teníamos tiempo hasta la hora en que saliera el Ferri, caminamos y poco con la intención de llegar hasta la Catedral, pedimos indicaciones y muy amablemente una Señora de nombre Afrodita nos dijo cómo llegar y hasta nos acompañó un par de cuadras. La Iglesia estaba cerrada, pero agradecimos su gentileza, ella con una alegría poco común en una persona que se acaba de conocer, nos pidió la bendición y pidió a Madre Mariamne que oremos por ella. Caminamos un par de cuadras más por el pequeño centro de la ciudad, hasta llegar al muelle, para esperar el ferri que nos regresaría a Atenas. En Egina hay más de 400 Iglesias y once o catorce monasterios nos indicó el taxista. Durante nuestro regreso agradecíamos el buen clima que nos había acompañado, el estar entre hermanos, la bendición de venerar las santas reliquias de un Santo muy amado por la ortodoxia y por nosotros, regresando pudimos disfrutar de un atardecer en el mar Egeo y la brisa agradable pensando en San Pablo y sus viajes a Grecia cuando solo San Dionisios le siguió luego de su discurso en el areópago. Llegamos un poco cansados a la zona de Pireos, y debíamos hacer una llamada telefónica para pedir que nos recogieran en la estación de tren desde donde salimos esa mañana, llegamos a la estación y compramos una tarjeta de teléfono público, pero la cabina estaba dañada (como muchas lastimosamente en Grecia), ¿cómo comunicarnos? Con un poco de dificultad Madre Mariamne, explicó esta situación a un señor que al parecer trabajaba en la estación de tren, nos dijo que no había cerca otra cabina, caminar a buscar otra retrasaba nuestro regreso, finalmente, entendiendo nuestro estrés; fue este mismo señor, Georgios era su nombre, quien nos prestó su celular para poder hacer esta llamada al Arzobispo Porfyrios, para que envíe al Sr Gregorios a recogernos. Esta estación de Sfendali, es la más cercana del Monasterio, pero sin automóvil, nos hubiera resultado muy cansado y peligroso. Ventajosamente hicimos la llamada y ya teníamos quien nos reciba en el lugar mencionado. De regreso en el tren también se nos acercaron tres personas con muy mala facha, ya habíamos visto a dos de ellos en el andén de la estación del tren, dos hombres y una mujer que sufrían a causa de los vicios, con algo de temor nos pusimos a resguardo pensando cuantos seres humanos andan perdidos en la desesperación, la necesidad y los placeres sin poder conocer de Dios. Nos trajo algo de alivio el ver que estas personas se bajaron del tren, y en una misma estación, pero aún nos quedaba un largo trayecto hasta la estación de Sfindali, donde nos tenía que recoger el Sr. Gregorio, ya era de noche y no lográbamos ver el lugar donde debíamos bajarnos, empezamos a ponernos nerviosos, pensando que podíamos pasarnos de estación y complicar nuestro retorno, gracias a Dios, una Señora se bajaba en Xalkida y nos ofreció ayuda, mostrándonos dónde debíamos bajarnos y tomar un nuevo tren para el trayecto final. Otra Señora Katherine también nos ayudó, confirmándonos ésta información en es español y mucho más tranquilos completamos el retorno. Quizá el lector se preguntará como sabemos los nombres de esas personas…simplemente porque siempre preguntamos y los anotamos para orar por ellos..es el deber y misión de un monje, como dijo San Siluanos de Monte Athos: orar y llorar por el mundo.
Llegamos al monasterio, dando gracias por todo lo vivido y cada ayuda devota y desinteresada que habíamos recibido. De esta manera nos preparamos todos para el siguiente Domingo y para la ordenación del Padre Eliseo como Obispo, en adelante haría buen clima por tres semanas gracias al «verano» o buen clima de San Demetrio el Odorífero, lo cual le agradecimos profundamente. La ordenación del Obispo Pantaleimon fue el domingo 6 de noviembre de 2016, dos días antes de la fiesta del Santo Megalomártir Demetrios de Sulenia en Tesalónica el Milagroso emanador de Mirra.
En la Ordenación Episcopal llegado el momento al final de la gran Doxología, salen del Altar el Obispo electo y dos sacerdotes que lo presentan en el soleas ante el Metropolita primado, luego de tres ocasiones y de forma alternada de lo mismo, se lee la confesión de la fe, la promesa ante los cánones y resguardar el rebaño que Dios otorgue al nuevo consagrado, la obediencia a la Iglesia y al Santo Sínodo. En nuestro caso la obediencia a la cual nos comprometimos fue al Metropolita Chrysóstomos nuestro Geronda o Padre Espiritual y al Metropolita Angelos el consagrante principal y al Santo Sínodo. Después la lectura del martiria (testimonio) ante la asamblea de Obispos, Sacerdotes, Diáconos y el pueblo presente, entonces las veneraciones y vueltas ante el Santo Altar y finalmente la “vuelta de la humillación” como yo la llamé, porque llevados por el Metropolita Chrysóstomos y el Arzobispo Porfirios, salimos en medio del pueblo quien lanzando pétalos de flores proclamaban en voz alta “¡Axios, Axios!” y dentro de nosotros conocer nuestra indignidad y que este regalo de Dios es a la vez nuestra cruz, corona de espinas y santificación por medio de la cual debemos buscar asemejarnos a Cristo revestido de purpura, quien es azotado por la salvación de las almas. Mientras se hacían las oraciones de la consagración y el Espíritu Santo desciende ante los ordenados, tanto en mi consagración como en la del Obispo Pantaleimon, la lámpara del Altar oscilaba sin que nadie pueda moverla, como una confirmación de la gracia y poder de Dios que viene a habitar en vasijas de barro.
De aquí en adelante muchas fueron las pruebas espirituales que debimos afrontar no solo individualmente sino como comunidad. Conocer a los demás Obispos, ver las diferencias culturales entre unos y otros, su calidad humana, como siendo hombres todos estamos sometidos a pasiones distintas sin excepción, pero que la gracia de Dios aun así se manifiesta, sobre todo en la celebración de los Sagrados Misterios. Cómo quisiera que nuestros hermanos en Latinoamérica comprendieran lo que ya hace varios años nosotros hemos entendido y que en este viaje como en otros lo hemos confirmado; no es el griego o el ruso quien es ortodoxo, no son estos países ortodoxos por derecho. Ortodoxos son aquellos que viven la recta doctrina, estos países cada uno tienen su cultura y su sistema, pero eso no les hace ortodoxos. ¿Cómo es que Dios nos ha dado a nosotros tantos dones sin haber nacido ortodoxos, cómo es que sin error celebramos la Divina Liturgia y las traducciones son exactas del griego, cómo cantamos la psalmodia, los cánones y ritos en los ocho tonos de Bizancio, cómo es que las vidas de los fieles son transformadas y batallan la lucha espiritual, cómo es que la Santa Iconografía y sus técnicas son una práctica actual para nosotros e incluso mayor y mejor ejecutada que en los países ortodoxos donde poco a poco se ha ido perdiendo por culpa de la occidentalización de los iconos rusos contemporáneos, cómo es posible que la teología y la doctrina sea aprendida y vivida por nosotros los latinoamericanos incluso de mejor manera que los mismos ortodoxos griegos y rusos, cómo es posible que sepamos más sobre las Sagradas Escrituras que estos hermanos nuestros que llevan dos mil años siendo ortodoxos? Ciertamente esto no es por mérito propio, sino por Gracia, a mí no me cabe duda alguna que aunque mañana todo ser terrestre desapareciera y solo diez hombres quedaran, es el Espíritu Santo quien revela todo, no solo la Ley antigua, las Profecías y los Salmos, no solo el Evangelio de Jesucristo y los escritos de los Santos Padres, no solo los acuerdos de los Santos Concilios Ecuménicos, no solo cómo han de celebrarse los Sagrados Misterios y los santos ritos de la Iglesia, sino todo cuanto ha sido provisto a través de la historia cristiana desde que el Santísimo Consolador descendiera en Pentecostés, nada prevalece sobre la Iglesia, porque Cristo su cabeza la gobierna y la regala, la sustenta y la ordena, bendito sea Dios que siendo latinoamericanos, los últimos y los más pobres de todas las naciones, se nos haya dado un tesoro tan grande e indescriptible, y aunque grandes son los pecados de los jerarcas que desde hace un siglo han venido del oriente hasta América para aprovecharse y menospreciar a nuestros pueblos, hemos de saber que no está en ellos y en sus malas prácticas la verdad, sino en la doctrina y que de nosotros mismos depende el crecimiento y fortalecimiento de una Iglesia resplandeciente en pureza de Doctrina, fortalecida por la vivencia de la teología cristiana y santificada mediante los Santos Misterios de Cristo quien desea que todos los pecadores no mueran sino que se conviertan y vivan. De ahora en adelante no juzgamos otras realidades, otros sistemas y otras culturas, porque Dios a ninguno dio más que a otro, cada uno ha de santificarse en medida de sus capacidades, la ordenación de dos Obispos latinoamericanos para Latinoamérica bajo la directa dependencia del Metropólita Chrysóstomos y la guía directa del Presidente del Santo Sínodo del calendario Patrístico del cual hacemos parte, es un regalo para las almas, es la promesa de la continuidad y del crecimiento para una ortodoxia latinoamericana, de una ortodoxia real, de una ortodoxia sin intereses de Obispos invasores y extranjeros que no les interesa las almas.
Es importante mencionar que aparte de esta gran gracia recibida de la consagración de dos obispos para Latinoamerica, Su beatitud el Presidente del Santo Sinodo, Arzobispo Metropolita Angelos de Avlona y Beotias cumplío 20 años de episcopado y el Monasterio Sinodal 30 de fundación, por lo que estuvimos presentes en los eventos que se realizaron por estos aniversarios y también hicimos presente a nuestra realidad Ortodoxa Latinoamericana.
De este viaje regresamos muy contentos a nuestros países y a nuestra realidad, enardecidos en gratitud por lo mucho que todos los Obispos nos han enseñado con sus luchas personales, y de cuánto debemos cuidarnos de los jerarcas que tienen ambiciones mundanas y banales, que debemos disminuirnos para que Cristo crezca. Mucho aprendimos de monjitas como la hermana Macaría, que barre los patios de las hojas que caen, y los baños para los fieles, mientras en voz alta reza las salutaciones a la Madre de Dios, y sin menos dignidad pero con igual sencillez proclamar desde el coro las santas lecturas y los cantos santificantes de la Iglesia, teniendo dentro del monasterio por hermana a la que en el mundo fuera su hija en la carne la hermana Partenia. Las hermanas Mariam y Agní que trabajan en la cocina y en la costura, pero que con sus voces sirven a Dios en el coro, no con menos entrega que en las labores diarias, de la hermana Evangelistria que a pesar de su enfermedad asiste a la salud y compañía de otra hermana, y con toda humildad se postra a pedir la bendición de su Geronda, su Superiora y demás Obispos. De cada una de ellas que sirven a Dios en verdadera sujeción y obediencia, haciendo trabajos desde los más simples hasta los más complicados, pero ninguno más importante que otro, siendo la Oración diaria y los Santos Misterios el culmen de cualquier trabajo, enfermedad y fatiga. Podríamos enunciar todos sus nombres, pero resultaría en vano, porque Dios los conoce y oraremos que las bendiga a todas. De los monjes y Sacerdotes Panáretos, Agathángelos, Todóretos, Isaac, papá Onufrio, Agustino, Taxiarhis, Agustinos y los demás, todos hombres gentiles, algunos severos en sus semblantes y otros de rostros más amigables, pero todos sin excepción obedientes, amigos de Dios, sencillos, callados, y que a pesar de su virilidad y condición de hombres se postran rostro en tierra para glorificar al Santo de los Santos durante la consagración de los Santos Misterios, quienes viven sencillamente en pobreza y penitencia. De los Obispos Serafin y Querubin, que aunque son Obispos viven con toda sencillez trabajando en el mantenimiento del monasterio, en electricidad y jardinería, pero con alta dignidad de su muy alto cargo. Y el Obispo Gabriel, hombre grande y fuerte pero afable, devotísimo de la Madre de Dios, quién celebra la Divina Liturgia bajo la luz de las velas después del oficio de la noche todos los días, que en la presencia del Todopoderoso se postra y quebranta suplicando por sí mismo y por el pueblo presente, y que con dulzura proclama el Evangelio para edificación de las monjas de la sinodía que asisten al servicio litúrgico. Cómo olvidar las monjas ancianas que a pesar de su condición y avanzada edad, en la madrugada permanecen en el frio, orando con devoción postrándose rostro en tierra, mientras los Dones son consagrados, caminando con dificultad para darnos el encuentro a otros jerarcas y pedir la bendición. De la señora Lemoniá que después de la Liturgia de los domingos se acercaba a todos los jerarcas y pedía la bendición besando nuestras manos hasta tres veces, acariciándolas y poniéndolas en su mejilla con mucho amor, sabiendo que besaba no nuestra miserable humanidad sino la Gracia del Espíritu Santo que indignamente Dios nos ha concedido, y que Dios tuvo a bien llamarla a su presencia mientras estuvimos en el monasterio. De la señora Elena, que reside en el monasterio desde que quedó viuda para ayudar a cocinar, a mantener con su propio dinero y sus propias manos macetas y plantas en flor en pleno otoño ya entrando al invierno, que permanece en la cocina de la hospedería leyendo hasta las 2:30 de la madrugada y que en todo nos hizo sentir acogidos, de todas las monjas y monjes de estos monasterios y de otros que visitamos, que en el anonimato de vidas simples, oran, sirven, trabajan y obedecen bajo condiciones muy duras, en enfermedad, en edad avanzada, en frío o en calor, volviéndose teóforos.
FOTOS VARIAS
Ya al final de nuestra estadía pudimos visitar el Monasterio de la Anunciación de Oropos, monasterio con una larga trayectoria de defensa del Calendario Patrístico, allí logramos compartir con la Gerondisa Mirrofora, quien a pesar de su salud y años continua su ardua labor en ese monasterio. Unas fotos no dejan el recuerdo agradable de esa visita.
La espera de los días para retornar a nuestro propio monasterio, a nuestra realidad, a nuestra gente, el sometimiento al sistema, la comida, la dependencia, la carencia de internet que nos causó muchos malos entendidos, porque en general se cree que es algo que es fácil de conseguir; son todas cosas que no son fáciles de asimilar ni de aceptar en razón que como hombres pasibles somos amigos de hacer nuestra voluntad, pero que a la luz del ejemplo de aquellos que son mayores en rango y dignidad y más antiguos nos hacen ver que poco es el precio a pagar por tanto amor que Dios nos da, que poco es lo que podemos ofrecer por amor a la Iglesia y a las almas, pues hasta hoy muy poco he valorado los sufrimientos en soledad que nuestro padre y Metropolita Chrysóstomos ha tenido que vivir y aceptar en persecución y en pobreza, en incomprensión no solo de los Obispos autollamados «canónicos» que nada entienden de vida espiritual porque de ella muchos están alejados, sino de la incomprensión de nosotros sus propios hijos, los más cercanos. Todo lo ha aguantado por amor a Cristo, por amor a la Iglesia y por el bien de los pueblos y rebaño que Dios le ha encomendado. Todos estamos llamados a la santidad, los griegos aquí en su realidad, en su sistema y en su cultura, los rusos en la suya, y nosotros los latinoamericanos en la nuestra, a cada uno Dios le da su propio camino y ninguno es mejor que otro, ni otro es menor o menos importante, Dios da a todos conforme a su capacidad. Unos en la historia fueron mártires y resistieron barbaries, tal como hoy sucede en varios países de régimen islámico con cristianos que son muertos y martirizados por la fe en Jesucristo, otros tuvieron que viajar el mundo entero evangelizando sin un lugar al cual pudieran llamar hogar, otros sufrieron la persecución del comunismo y otro tipo de penalidades, hoy nosotros enfrentamos la incredulidad y la confusión y el engaño de la falsa doctrina del ecumenismo, la falsa ortodoxia, la persecución de falsas Iglesias canónicas y que nada saben de la Verdad y la evangelización de un territorio que es creyente pero que no cree en nada y cree en todo, donde todo es relativo, donde no hay temor de Dios, donde somos locos por Cristo, odiados de propios y extraños. A cada uno Dios da un camino y todos somos santificados en Él, nadie es un miserable a los ojos de Dios, todos somos amados, y todos estamos llamados al conocimiento de la Verdad. Que Dios bendiga siempre su Santa Iglesia Católica y Apostólica, y la Ortodoxia de su doctrina, que la Madre de Dios siempre nos mire con benevolencia y que nunca deje de favorecernos su cuidado y protección y que la Iglesia Ortodoxa sea para Latinoamérica un faro donde como estrellas del cielo su descendencia no pueda ser contada, que mil sean las generaciones que alaben a la Santísima Trinidad por los siglos de los siglos. Amén.