Tradición

La vida continua del Pueblo de Dios se llama la “Santa Tradición”. La Santa Tradición del Antiguo Testamento se expresa en la Biblia, en la vida continua del Pueblo de Israel hasta el nacimiento de Cristo. Esta Tradición se cumple, se completa y se engrandece en la Época del Mesías y en la Iglesia Cristiana.

La Tradición Neotestamentaria o Tradición Cristiana es también conocida como la Tradición Apostólica o la Tradición de la Iglesia. La parte central escrita de esta tradición se encuentra en los escritos del Nuevo Testamento de la Biblia. Los Evangelios y los otros escritos de la Iglesia Apostólica forman el corazón de la Tradición Cristiana y son la principal fuente escrita e inspiración de todo lo que se desarrolló en los siglos siguientes.

Esta Tradición Cristiana es entregada de pueblo a pueblo, en el espacio y el tiempo. La palabra Tradición en sí significa exactamente esto: “lo que es transmitido” o “entregado” de persona a persona. La Santa Tradición, por lo tanto, es lo transmitido de persona a persona, y entregado dentro de la Iglesia desde el tiempo de los apóstoles de Cristo, hasta el día de hoy. Aunque la Santa Tradición contiene muchos documentos escritos, no se limita solamente a lo escrito; no es únicamente un conjunto de textos. Es, al contrario, toda la vida y experiencia de la Iglesia entera transferida de lugar a lugar, de generación en generación. La Tradición es la Vida Misma de la Iglesia, inspirada y guiada por el Espíritu Santo.

No todo, sin embargo, de lo que se encuentra en la Iglesia pertenece a su Santa Tradición, pues no todo lo que está en la Iglesia es obra del Espíritu Santo ni pertenece esencial y necesariamente al Reino de Dios. Algunas de las cosas que encontramos en la Iglesia son solamente temporales y transitorias, meras costumbres y tradiciones humanas que no poseen ningún valor eterno. Tales cosas en si no son malas. Al contrario, pueden ser positivas y muy útiles para la vida de la Iglesia siempre y cuando se las acepten por lo que son, y no otra cosa. Por lo tanto, es muy importante dentro de la Iglesia distinguir las diferencias entre aquellas tradiciones que son solamente terrenales y humanas, y la verdadera Santa Tradición que pertenece al Reino de Dios, Celestial y Eterno.

Es importante también reconocer que existen en la Iglesia ciertas cosas que no pertenecen a la Santa Tradición, y que tampoco se deben contar entre sus tradiciones humanas positivas. Estas cosas son simple y sencillamente malas, y son traídas a la Iglesia desde el mal del mundo. La Iglesia en su forma humana, como una institución terrestre, no es inmune ni está protegida de las faltas de sus miembros pecadores. Estos desvíos y errores que entran en la vida de la Iglesia deben ser juzgados y condenados por la Autentica y Verdadera Santa Tradición que nos viene de Dios.

Entre los elementos que constituyen la Santa Tradición de la Iglesia, la Biblia tiene el primer lugar. Enseguida viene la vida litúrgica de la Iglesia y su oración; después sus decisiones dogmáticas y los actos aprobados en los concilios de la Iglesia; las escrituras de los Padres Santos de la Iglesia; la Vida de los Santos; la ley canónica; y finalmente la tradición iconográfica junto a otras formas inspiradas de expresión artística creativa como la música litúrgica y la arquitectura.

Todos los elementos de la Santa Tradición están orgánicamente unidos en la vida real. Ninguno de ellos puede estar aparte del cuerpo entero. Ninguno puede separarse o aislarse de los demás o de la totalidad de la vida de la Iglesia. Todos estos elementos se vivifican al participar de la vida real de la Iglesia en cada época y generación en todo tiempo y en todo lugar. Mientras la Iglesia siga viviendo por la inspiración del Espíritu Santo, la Santa Tradición de la Iglesia seguirá creciendo y desarrollándose. Este proceso continuara hasta el establecimiento del Reino de Dios en el fin de los siglos.