Santos Misterios
Los santos misterios o “sacramentos” en la Iglesia Ortodoxa son contenedores de la participación mística en la gracia divina de la humanidad. Así, desde el nacimiento hasta la muerte, en lo bueno y en lo malo, en todos los aspectos de la existencia terrena, la vida tal como Dios la ha creado, salvado y santificado se nos da en la Iglesia.
La forma de entrar a la Iglesia Cristiana es por el Bautismo (Mateo 28:19), que quiere decir inmersión o sumersión en agua. El creer en “un solo bautismo para la remisión de los pecados”, es la experiencia de resurrección ofrecida a cada ser humano, la real posibilidad de morir y “nacer de nuevo” (Juan 3:3; Romanos 6:3-5), pues todo lo que está en la Iglesia se origina y vive por la Resurrección de Cristo.
Después viene el “sello del don del Espíritu Santo” como sucedió Pentecostés, llamado Crismación o unción con aceite. Y la plenitud y cumplimiento de estos fundamentales misterios cristianos vienen en el Misterio de la Santa Comunión con Dios (Mateo 26:26-28), efectuada en la Divina Liturgia de la Iglesia.
La Santa Eucaristía o Comunión, no se trata solo de consumir pan y vino, como tal, ni una “santificación” o medio para lograr una “comunión” individual con Dios según la propia conciencia, creencias y prácticas. Es el acto comunal de muchas personas que tienen una mente, un corazón, una voz al servicio del único Dios y Señor, en el único Cristo y el único Espíritu Santo.
Es “aceptar sobre si” la responsabilidad directa y concreta de todo lo relacionado con la tradición Ortodoxa, que se profesará en la vida diaria, delante de Dios y de los hombres, estando uno dispuesto a ser juzgado, en el tiempo y en la eternidad. En todo sacramento hay una combinación de un signo visible exterior con una gracia espiritual interior.
Cuando uno entra en la comunidad del Matrimonio, es la unión de un hombre y una mujer para siempre según la enseñanza de Jesucristo, se santifica esta unión y se hace eterna y divina en el Misterio Sacramental de la Iglesia.
Cuando uno esté enfermo y sufriendo, llama a “los presbíteros (sacerdotes) de la Iglesia” para que “oren por él, ungiéndole con aceite” en el misterio sacramental de la Santa Unción (Santiago 5:14).
Cuando uno peca y se separa de la vida de la Iglesia, vuelve a la Santa Comunión de la comunidad divina mediante el Misterio Sacramental de la Confesión y arrepentimiento.
Y cuando uno muere, vuelve al creador en medio de la Iglesia, con las oraciones e intercesiones de los fieles hermanos y hermanas en Cristo y el Espíritu. Así la vida entera de la persona se vive dentro de y con la Iglesia como la nueva vida de plenitud en Dios Mismo, siendo esta, la presencia Mística del Reino de Dios que no es de este mundo.