Proclamación Eclesiológica
La Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica, por medio de sus miembros y bajo la protección canónica de Su Eminencia Metropolita Chrysóstomos, hacen esta formal y pública declaración sobre cuáles son sus criterios, enunciados y conceptos sobre la comunidad ortodoxa, tanto en lo general como en lo particular, para sacar de dudas o malas interpretaciones, y por ello declara:
Creemos y confesamos que la Santa Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa, es la UNICA IGLESIA revelada por Dios a través de su Hijo encarnado Jesucristo, y no es creación, ni producto de mente humana. Todo lo que sabemos y conocemos sobre como debe ser y hacer esta Iglesia fundada por Jesucristo fue predicado por los Santos Apóstoles, dejado en la Santa Escritura y la Santa Tradición, y confirmado por los Santos Concilios Ecuménicos, donde los obispos como legítimos representantes de la fe vivida por las gentes que amaban a Cristo en diferentes experiencias eclesiales, procuraron unificar y enseñar, para que quede para siempre una sola doctrina. En muchos casos esta defensa de la fe autentica tuvo que ser marcada y sellada con la misma sangre derramada de mártires, para que quede así sin cambio y verdadera a través de los siglos.
Por lo anterior, esa fe inmutable original y ortodoxa, vivida en nuestra comunidad de fieles a Cristo, se expresa de manera plena para nosotros en la Iglesia Ortodoxa, la cual es la auténtica purificación, iluminación y divinización de cada ser humano que se acerca a ella y voluntariamente pide ser parte de ella. Para cumplir con los fines mencionados, nosotros defendemos que solo siguiendo las enseñanzas de Cristo (el cual se encarnó y dejó estas enseñanzas, como hombre y Dios verdadero), de sus Apóstoles y de la milenaria Santa Tradición de la Iglesia, se alcanza la plenitud de la vida. Por lo cual no se puede ser auténticos seguidores si se quita o agrega alguna cosa a esa enseñanza, y por ello los Santos Concilios Ecuménicos Pan-Ortodoxos en sus 7 reuniones aprobadas a lo largo de los siglos cuidaron de que esas enseñanzas no sean cambiadas o mal interpretadas. Así pues aceptamos y reverenciamos todas y cada una de las enseñanzas de los Santos y Ecuménicos Concilios celebrados con la presencia de representantes de todas las comunidades cristianas de esas épocas. Igualmente aceptamos y reverenciamos las decisiones de Quinisexto Concilio del 692, el Primer y Segundo Concilio del 879 celebrado en Constantinopla bajo San Fotios el Grande, y el Tomos del Sínodo de Blaquernae dado en el 1351 bajo San Gregorio Palamas y el Santo Patriarca Kallistos I. También amamos y obedecemos las decisiones de los Santos Pan Ortodoxos Sínodos del 1583, 1587, y 1593, en los cuales se condena el llamado “Nuevo” Calendario (instituido por el Papa Gregorio XIII en 1582). Y como complemento de lo anterior aceptamos y reconocemos como un monumento Ecuménico y Católico de la Fe Ortodoxa, al Tomos Patriarcal de 1756 sobre el Bautismo de los heterodoxos, e igualmente al Singilion Sinodal de 1848 emitido por los Patriarcas del Oriente Cristiano. La misión de la Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica, es por tanto continuar entre sus fieles la misión confiada por Cristo a su Iglesia Ortodoxa y esto significa trasmitir la divina Gracia (por la cual cada ser humano puede adquirir y participar por medio de los Santos Misterios de la Iglesia), una correcta y completa confesión de la fe Ortodoxa, y una vivencia continua de los mandamientos de Dios, ofreciendo por esto a los fieles un estado de perfección espiritual, lo que llamamos santificación y divinización, en Unidad plena con El.
La Iglesia Ortodoxa, es Una, Santa, Católica y Apostólica. Por ello, no reconoce ninguna iglesia heterodoxa, o comunidad religiosa fuera de ella como expresión paralela de fe Católica o continuación de la Iglesia de Cristo y de los Apóstoles. Confesamos que hay un solo Bautismo y una Eucaristía, al igual que Cristo es una sola hipóstasis, es decir una sola persona. La Iglesia Ortodoxa consigue cumplir su misión de Salvación para los seres humanos por medio de la Fe Ortodoxa, sus actos, su visión, pero sobre todo por medio de alcanzar la máxima comunión entre Dios y el hombre por medio de la Divina Eucaristía. Creemos que no existe división o fraccionamiento de la Catolicidad de la Iglesia, tal como la herejía del Ecumenismo predica, falseando y adulterando lo que la verdadera fe y la tradición han enseñado. Creemos que existe actualmente un alejamiento de la Catolicidad auténtica, por causa de miembros que han caído en el error, o se han separado del cuerpo original de la Iglesia. Por ello, consideramos que el Ecumenismo tal como ha sido concebido hoy, es una gran tentación para los ortodoxos, quienes están llamados a imitar a Cristo que en el desierto reprocho a Satanás, resistiéndose a las tentaciones de obtener “favores” o “gloria”, por causa de “los reinos de este mundo”, a cambio de su alma. Por todo lo anterior consideramos que el concepto actual de Ecumenismo ha llevado al error, y a la herejía a muchos ortodoxos, que creen que la Iglesia de Cristo “necesita” unirse con otros que han caído en errores y no son mas parte de la única Iglesia de Cristo, para así ser más fuertes ante el mundo, olvidando que la fortaleza nos viene de Dios y no de los poderes terrenales. Igualmente consideramos lejano del Cristianismo auténtico ese espíritu tan difundido actualmente de creer que todo es igual, y terminar haciendo sincretismos, todo por causa de la profunda ignorancia de la verdad, así como de la vivencia de una espiritualidad mediocre, por ende no ortodoxa.
Por todo ello, la Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica continua la Santa Tradición de la verdad de la Iglesia Católica Ortodoxa, sin introducir innovaciones, y reverenciando la santa fortaleza y sacrificio de nuestros predecesores que nos transmitieron esta fe sin cambios. Oramos por la porción de Cristianos que siguen el nuevo calendario para que regresen a la sagrada Tradición enseñada por los Santos Concilios Ecuménicos, para que la plenitud de la comunión sea restaurada entre los Cristianos Ortodoxos siguiendo los sagrados cánones, y una confesión de fe ortodoxa única. El cambio del calendario fue instituido por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, de forma unilateral en 1924, comenzando por ser forzados a adoptarlo primero en Grecia y luego en otros países que de tradición fueron ortodoxos. Siendo así un proceso anticanónico, y anticatólico contra los jerarcas de las iglesias locales, a quienes simplemente les fue impuesto, siendo un acto contrario igualmente a los principios eclesiológicos propios del actuar ortodoxo. La unidad original de la Iglesia fue siempre expresada por medio del uso de un único calendario, lo que fue decidido y expresado en el Primer Concilio Ecuménico, manteniéndose así una sola estructura litúrgica en relación con el calendario. El cambio del calendario además afectó a la armonía de los signos externos de la Iglesia, y terminó causando una adaptación a las fiestas de las iglesias heterodoxas. Además el cambio del calendario provino de una mente secularizada, que siempre quiso adaptarse a occidente por considerar al oriente como inferior, en una época donde existía un desastre nacional en Grecia.
La Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica no tiene relación o comunión con aquellas Iglesias que han aceptado la innovación del calendario (es decir que han adoptado el calendario Gregoriano usado por el Vaticano), igualmente no mantiene relación o comunión con aquellas iglesias que han caído en la pan-herejía del Ecumenismo. Reconocemos que durante el primer tiempo de creación de nuestra Arquidiócesis admitimos el uso del nuevo calendario, pues iniciamos nuestra vivencia de la fe bajo un conjunto de cristianos que usaban el nuevo calendario, sin embargo la vivencia de la Ortodoxia, así como el estudio y el amor a la verdad, nos ha llevado a tomar esta definitiva opción por medio de una vivencia auténtica de la fe ortodoxa plena que está en intima unión con el uso del calendario ortodoxo.
La Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica no se ve a si misma como parte de una “diáspora”. No es una comunidad de fieles que viven anhelando sus países y consideran la tierra donde están como extraña. Es una comunidad de fieles que en un territorio que no es mayoritariamente ortodoxo, han tenido la bendición de Dios de conocer la fe verdadera, gracias a la inmigración de otros fieles ortodoxos, y con quienes unidos en una sola comunidad, sin diferencias ni clases, profesan una misma fe ortodoxa, haciendo que ese territorio sea así evangelizado y por ende haciéndose presente la Iglesia Ortodoxa toda entera por medio de la celebración de los Divinos Misterios, la Eucaristía, ofrecida por el Obispo y rodeado por el colegio de los presbíteros, y el pueblo de Dios, siendo así esencialmente una iglesia local, siendo una sola en comunión plena desde el Norte de América, Centro América y el Caribe, hasta lo más austral de Sudamérica. Consideramos así mismo que entre los “ortodoxos de cuna o de origen”, y los “ortodoxos por conversión”, no debe existir ninguna diferencia, ni en el trato, ni en las exigencias, ni en los derechos. Sin embargo si consideramos que existen algunos que se los puede llamar “ortodoxos étnicos” quienes ignorando el llamado de Cristo a no causar divisiones, crean grupos basados en su nacionalidad o raza, y aunque esperamos que no sea de forma intencional, si crean una especie de “guettos” dentro de las mismas comunidades ortodoxas, a ellos invitamos a romper para siempre con esta tendencia que lleva ciertamente al pecado de la división o que al menos los lleva a separar por clases a los miembros de una misma comunidad ortodoxa, cosa contraria a la enseñanza del Santo Evangelio.
En consecuencia con lo anterior, y respetando los Santos Cánones que mencionan: En el II Concilio Ecuménico, canon #2: “Que los obispos no extiendan su poder sobre las iglesias que se encuentran más allá de los límites de su diócesis y que no confundan iglesias, sino que actúen según los cánones, y que el obispo de Alejandría administre sólo las iglesias de Egipto; que los obispos orientales gobiernen sólo en oriente, guardando la superioridad que los cánones de Nicea le reconocieron a la iglesia de Antioquia. Del mismo modo, que los obispos de la diócesis de Asia gobiernen sólo allí; que los obispos de Ponto tengan bajo su administración sólo las cuestiones de la diócesis de Ponto; los de Tracia que se ocupen sólo de las cuestiones de esa región. Que los obispos no traspongan los límites de su diócesis para realizar una ordenación o algún otro servicio eclesiástico, sin ser invitados a hacerlo. Si la regla mencionada sobre las diócesis eclesiásticas se cumple correctamente, resulta evidente que las cuestiones de cada diócesis serán resueltas por el sínodo de esa misma diócesis, como fue establecido en Nicea. Las iglesias de Dios que se encuentren entre los pueblos bárbaros deben ser administradas de acuerdo con la costumbre de los padres cumplida hasta ahora.” En el Ier Concilio Ecuménico, Canon #8: al final dice “…Entonces, en todo pueblo o ciudad donde todo el clero resulte ser ordenado sólo de entre ellos, que mantengan su jerarquía. Si allí donde hay un obispo de la Iglesia Católica, algunos de ellos se unen a la Iglesia, es evidente que el obispo de la Iglesia Ortodoxa tendrá la jerarquía obispal,(…) que no haya dos obispos en una misma ciudad.” En los cánones Apostólicos, Canon #34: “Los Obispos de toda nacionalidad deben conocer al primero de entre ellos, reconociéndolo como cabeza, y no hacer nada que supere el poder de aquel sin su aprobación: debe hacer cada uno lo concerniente a su diócesis y los lugares que a ella pertenecen. Pero tampoco el primer obispo debe hacer nada sin la ponderación de todos los obispos, ya que de esta manera habrá unidad de pensamiento y se glorificará Dios, el Señor, en el Espíritu Santo, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Consideramos, que la presencia en el territorio de Latinoamérica de jerarcas étnicos, que han venido anticanónicamente a “dirigir” a los fieles que “dependen” de ellos por razones de etnia, y aprovechándose de este válido servicio a sus hermanos, han terminado creando estructuras eclesiales que pretenden decir que son las “únicas Iglesias Ortodoxas Oficiales”, ridiculizando la validez de otras comunidades ortodoxas, esto es en realidad un daño a la existencia de la ortodoxia en Latinoamérica, primero porque entre ellos mismos luchan por quitarse los fieles, y porque están en un territorio que ciertamente no les propio, en algunos casos incluso su título eclesiástico es de alguna de las ciudades antiguas ya desaparecidas, y agregan “exarca” es decir administrador encargado, de una región determinada, con esto pretenden anticanónicamente justificar su presencia. Pasando a ser una especie de nuevos conquistadores, y a la final siendo invasores.
Nunca negaremos que la ortodoxia en países donde es la religión oficial y nacional, es ciertamente una religión íntimamente ligada a la historia, y a la conformación cultural-étnica de esos pueblos, sin embargo debemos recordar que Latinoamérica es un territorio que nunca ha sido ortodoxo, aunque si cristiano y que es tierra aún por descubrir para la ortodoxia, por ende, sería un mal principio el establecer Iglesias ajenas a la realidad Latinoamericana, considerando incluso como incapaces o de segunda clase a los fieles y clero autóctono, y pretender imponer al más puro estilo chauvinista, una realidad que les es ajena, al contrario, si la doctrina ortodoxa, es desde 1880 practicada y vivida por latinoamericanos, debe ser de entre ellos que nazcan los respectivos jerarcas locales, de una iglesia local. Podría ya haberse dado tras la presencia de esas Iglesias frutos hermosos de convertidos que ciertamente respeten la identidad de estos países, y manteniendo inmutable la Ortodoxia, permitir la aparición de vocaciones, sacerdotes y obispos, propios. Pero luego de más de 100 años de presencia, (aunque algunos llevan solo desde 1995 y otros menos), nos han demostrado tales jerarcas su incapacidad de promover frutos agradables a Dios y a los hombres. Al contrario, han forzado a cientos de vocaciones sinceras a volverse medio griegos, medio árabes o medio rusos, según sea el caso, terminando ciertamente de crear personajes esquizofrénicos, pues su corazón siempre está y estará en la realidad latinoamericana, y sus obras son una especie de repetición teatral de gestos, actitudes, y palabras que en si mismo no son la Ortodoxia. Errores que se ven aún en algunos lugares de la ortodoxia de obispos extranjeros gobernando iglesias de fieles de otra etnia, solo causan secretas internas divisiones, o sometimientos encubiertos, y por ultimo muchos solo tienen Iglesias de internet, pues tras de edificios (a veces recibidos incluso de la Iglesia Romana) adaptados como ortodoxos, y unos cuantos fieles que les siguen a veces por el dinero que poseen gracias a benefactores extranjeros que creen en sus grandes obras misioneras (inexistentes o aparentes, basta investigar más allá de lo que colocan en internet), en realidad no hay ni vida de santidad, ni de sacrificio por las almas.
Poco o nada han editado en español, y sus glorias casi siempre son las de clero latinoamericano que escondido (por una falsa humildad que les enseñan) son en realidad quienes hacen o han hecho cosas por el bien de la Iglesia. A aquellos hermanos que habiendo nacido latinoamericanos, que se han enamorado de la ortodoxia, por ser lo que es, la Iglesia original de Jesucristo, la Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica, los invita a abandonar a aquellos jerarcas que un han invadido un territorio que no les es propio, y a aunar fuerzas en una sola Iglesia Ortodoxa Latinoamericana, donde sea Jesucristo cabeza, y donde al puro estilo sinodal ortodoxo se escoja a los jerarcas que la lideren. Es el momento de dar el paso, e invitar a tales jerarcas a volver a sus territorios de origen, dejando en paz la ortodoxia en Latinoamérica, que finalmente tendrá que ser plenamente reconocida por todos los que vivan la Fe Ortodoxa.
Por otro lado, ante el reciente llamado internacional de algunos jerarcas a un posible Concilio Pan Ortodoxo, la Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica, pese a sus pocos años de existencia, y a su pequeñez en número de fieles (pero más grande su presencia en número de fieles que cualquiera de las autoproclamadas “iglesias canónicas” en Latinoamérica), considera que esa llamada, si bien es realizada por quien ostenta el título de “Patriarca Ecuménico”, sin embargo está teñida de una serie de nuevas tendencias heréticas, como el Ecumenismo, y considera que en estos momentos la misma realidad del regreso a la práctica libre de la fe ortodoxa después de años de opresión atea en los países que se dicen “ex-Soviéticos”, así como la realidad de la reconformación de iglesias locales en muchos países, es aún un momento no adecuado para tal llamado. Además cree que detrás de esta llamada, no existe el principio de respeto de la unidad de la ortodoxia, pues han sido llamados a participar SOLO aquellos que son considerados “canónicos” o reconocidos por los poderes eclesiásticos que actualmente han ganado su poder en relación con nuevas herejías: “Sergianismo”, “Ecumenismo”, “Filetismo”, dejando totalmente de lado a las comunidades ortodoxas, que por innumerables razones no están en comunión plena con los poderes actuales, y que ya sea por sus principios eclesiológicos, o por ser relativamente nuevas, han sido ignoradas, haciendo así que este llamado no sea a la totalidad de la Iglesia Ortodoxa, sino solo a ciertas partes interesadas. Por lo tanto consideramos esta llamada, como invalida, incompleta, o por lo menos apresurada.
Volviendo a nuestra realidad, la Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica, imparte los Santos Misterios a sus fieles miembros, de acuerdo con la tradición Antigua Ortodoxa. La Iglesia Ortodoxa siempre ha reconocido únicamente como válidos, canónicos y eficaces a los Misterios realizados por ella. Por esto, quienes están fuera de la Iglesia Ortodoxa (es decir los heterodoxos, y no Cristianos) que deseen ser miembros de la Iglesia, son aceptados después de que hayan rechazado cada herejía (en especial aquellas en las que hayan caído) y reciban el bautismo y la Crismación, excepto en los casos donde los Santos cánones permitan realizar economía.
Agregamos para terminar, que la Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador y Latinoamérica, predica el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, y busca evangelizar o re-evangelizar en la Fe Ortodoxa Tradicional a cada ser humano, sin tomar en cuenta raza, color o religión. Y considera que por la experiencia durante sus años de existencia, que muchos que inmigraron de países ortodoxos, por varias razones, en su mayoría, tienen una falta de conocimiento de su propia fe, por lo que considera igualmente indispensable, formar a todos los fieles sin distinción, y ayudarles así a profundizar en los valores ortodoxos, para que no caigan en un simple ritualismo, o peor en un “chauvinismo” eclesial, que son frutos de la ignorancia, y falta de profundidad en el conocimiento de la fe. Obviamente en el territorio que Dios nos ha concedido, la Iglesia Ortodoxa tiene que desempeñarse de una forma misionera, y pretende pasar la luz de la Ortodoxia a todos los que lo permitan, sin caer en el proselitismo fanático, que es muy contrario a la verdadera Evangelización, que comienza con el ejemplo.