Santa Nina (Nunia, Nino) era la sobrina del Patriarca de Jerusalén. Desde su juventud ella amó al Dios y lamentaba mucho por la gente la que no creían en Él. Después que su padre Zavulon (de Capadocia) se hizo ermitaño y la madre fue ordenada diaconisa, Santa Nina fue entregada para su crianza a una piadosa anciana, quien muchas veces le contaba a Nina sobre Iberia (actualmente Georgia), en aquellos tiempos un país pagano y estos cuentos han despertado en ella un fuerte deseo de visitar este país y cristianizar a su gente con la luz del Evangelio.
Estos deseos volvieron a ser más fuertes todavía cuando en un sueño ella vio a La Madre de Dios entregándole a ella la cruz hecha de la cepa. Su deseo se había cumplido cuando ella tuvo que escapar a Iberia para salvarse de la persecución que empezó el emperador Diocletiano (años 284-305). En Iberia, Santa Nina se instaló en la casa de una mujer ubicada en viñas reales. Muy pronto se hizo famosa en los alrededores porque ayudaba a los necesitados. Mucha gente se iba enterando sobre la fuerza de su oración. Entonces mucha gente enferma comenzó a venir a verla. Invocando el nombre de Cristo, ella curaba a la gente. Les contaba sobre El Dios que creó el cielo y la tierra y sobre El Cristo Salvador. Sermones sobre el Cristo, los milagros de Santa Nina, su virtuosa vida tuvieron un efecto favorable sobre el pueblo de Iberia y muchos de ellos comenzaron a creer en El Dios Verdadero y fueron bautizados. El mismo rey Mariano (Meroy), que antes era pagano, fue convertido por Santa Nina en cristiano. Entonces fueron invitados un obispo y los sacerdotes de Constantinopla y en Iberia se construyó la primer iglesia dedicada a los Santos Apóstoles.
Poco a poco toda Iberia se convirtió en cristiana. A Santa Nina no le gustaban ni fama ni honores y por eso ella se escondió en una montaña. Allí, en soledad le daba las gracias al Señor por la conversión al cristianismo de un país pagano. Varios años después ella abandona su aislamiento y llega a Kajetia donde convirtió en la fe cristiana a la reina Sofía. Después de 35 años de su labor, Santa Nina fallece en paz el 14 de enero del año 335. Por la orden del rey Mariano, en el lugar de su muerte fue construida una iglesia en el nombre del santo mega mártir Jorge, el pariente lejano de Santa Nina. Con la memoria de Santa Nina está relacionado el descubrimiento de la túnica de Cristo. Durante la Crucifixión del Salvador esta túnica fue ganada, durante el sorteo, por un guerrero romano y posteriormente, después de diferentes acontecimientos, llegó a Georgia. Por una Divina revelación Santa Nina encontró esta túnica enterrada debajo de un cedro.
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