Venerable Eugenia nació en el año 183 en Roma. Su padre Felipe fue gobernador general en representación del emperador Cómodo en Egipto y vivía con su familia en Alejandría. La educación de Eugenia fue brillante y completa. Sin embargo, la hermosa Eugenia no quería casarse. Leyendo las epístolas del apóstol Pablo quiso convertirse en cristiana. Queriendo consagrarse a Dios, a la edad de 16 años, Eugenia se vistió de hombre y a escondidas dejo la casa paterna. La acompañaban dos de sus esclavos eunucos Proto y Jacinto. Presentándose como un joven, ella se dirigió al santo Elio pidiendo que la bautice y que la bendiga para la vida monástica. El santo sabía su secreto, pero igualmente la bautizó con el nombre masculino Eugenio. Con ella se bautizaron sus esclavos. Después, el santo ordenó a los tres como monjes.
La venerable virgen, escondida bajo la vestimenta masculina, profesaba en el monasterio en estrictos esfuerzos espirituales, ayuno y oración. Premiando sus esfuerzos espirituales, el Señor le dio el don de las curaciones. Cuando, unos años después, falleció el superior del monasterio los monjes pidieron a Eugenia ocupar el lugar. Abriendo el Evangelio, Eugenia leyó: «Quien quiere entre ustedes ser el mayor que sea vuestro sirviente y quien entre ustedes quiere ser el primero que sea vuestro esclavo (Mt. 20: 26-27). Pero tuvo que aceptar ser el superior del monasterio y aceptando este cargo multiplicó sus esfuerzos espirituales. Excepto de sus ex esclavos, todos pensaban que era un monje.
Una vez la enferma viuda Melania pidió la ayuda a Eugenia, quien la curó persignándola. El diablo hizo que Melania se enoje con Eugenia y la calumnie del acto de violación. Eugenia tuvo que presentarse delante del gobernador Felipe, su propio padre. Durante el juicio, el reconoció en el enjuiciado superior a su perdida hija Eugenia y Melania fue enjuiciada por calumnias. Encontrando a la que ellos tanto tiempo lloraban, los padres de Eugenia, penetrados con su belleza espiritual, se cristianizaron y se bautizaron. Muy pronto los cristianos de Alejandría eligieron a Felipe como su obispo. Pero por poco tiempo se desempeño Felipe como obispo. El nuevo gobernante envió a los asesinos, quienes lo hirieron mortalmente y el falleció en el año 262.
Después de la muerte de su padre, Eugenia con su madre regresó a su estancia cerca de Roma. Ahí Claudia abrió un asilo donde ayudaba a las viudas. Más tarde, durante el reinado del emperador Galieno (años 260-268) se convirtió en mártir. Basila, huérfana romana de estirpe imperial fue bautizada por Eugenia. Su enojado novio se quejó al emperador Galieno sobre los cristianos, quienes predicaban el celibato. Basila se negó de cumplir la orden del emperador y se casó; fue ejecutada. Los monjes Proto y Jacinto, colaboradores de Eugenia, fueron decapitados. Cuando llevaron a Eugenia al Templo de Diana, para que haga el sacrificio pagano, el Templo se derrumbo. Acusando a Eugenia de magia, la echaron al río Tiber con una piedra al cuello. Pero la soga se desato y Eugenia emergió ilesa. Finalmente la decapitaron el 25 de diciembre del año 262. Como más tarde en esta fecha se empezó a celebrar el Nacimiento de Cristo el día recordatorio de Santa Eugenia se adelanto un día para el día de Nochebuena. Sus reliquias están en Roma en la Iglesia de los Santos Apóstoles.
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