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Tomado del Mesyatsoslov de la Iglesia Ortodoxa Rusa

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Sábado

7

Sin ayunoCircuncisión en la Carne de NSJCSan Basilio MagnoSan Juan Chrysóstomo1 Timoteo 4:19-15Lucas 19: 1-10

San Silvestre, obispo de Roma (314-335), nació en Roma de padres cristianos, Rufino y Justa. Su padre murió al poco tiempo, y el santo quedó bajo el cuidado de su madre. El preceptor de Silvestre, el presbítero Quirino, le dio una excelente educación y lo crió como un verdadero cristiano. Al llegar a la adultez, Silvestre cumplía el mandamiento del Señor de amar a nuestro prójimo. Frecuentemente recibía a extranjeros y viajeros, sirviéndoles como un esclavo en su propia casa. Durante una persecución contra los cristianos, Silvestre no dudó en albergar al santo confesor Timoteo, obispo de Antioquía, quien vivió con él por un año, convirtiendo a muchos a Cristo mediante su predicación. El obispo Timoteo fue arrestado y ejecutado por orden del prefecto Tarquinio. Silvestre tomó secretamente el cuerpo del santo y lo enterró. Esto llegó a oídos de Tarquinio, y el santo fue arrestado y traído a juicio. Tarquinio exigió que renunciara a Cristo, amenazándole con tortura y muerte. San Silvestre no fue intimidado, empero, y permaneció firme en su confesión de fe, por lo cual fue arrojado en prisión. Al morir Tarquinio repentinamente poco después del juicio, el santo fue puesto en libertad, y predicaba el Evangelio a los paganos sin temor, convirtiendo a muchos a Cristo. A los treinta años, san Silvestre fue ordenado diácono y luego presbítero por el obispo Marcelino (296-304). Tras la muerte del obispo Melquíades (311-314), san Silvestre fue elegido obispo de Roma. Exhortaba su rebaño a vivir justamente, e insistía que los sacerdotes cumpliesen su deber estrictamente, sin envolverse en los asuntos seculares. San Silvestre se hizo conocido como un experto en la Sagrada Escritura y como un acérrimo defensor de la fe cristiana. Durante el reino del emperador san Constantino el Grande, cuando hubo terminado el período de persecución de la Iglesia, los judíos convinieron un debate público para determinar cuál era la verdadera fe. San Constantino y su madre, la santa emperatriz Elena, estaban presentes junto a una gran multitud. San Silvestre habló por los cristianos, y los judíos tenían ciento veinte eruditos rabinos capitaneados por Zambres, un mago y hechicero. Citando los libros del Antiguo Testamento, san Silvestre demostró convincentemente que los profetas predijeron el nacimiento de Jesucristo de la purísima Virgen, su sufrimiento voluntario y su muerte por la redención de la raza humana caída, y su gloriosa resurrección. El santo fue declarado vencedor en el debate. Entonces Zambres intentó recurrir a la hechicería, pero el santo obstruyó el mal clamando al nombre del Señor Jesucristo. Zambres y los otros judíos creyeron en Jesucristo, y pidieron ser bautizados. San Silvestre guió la Iglesia cristiana por más de veinte años, ganándose la estima de su rebaño. Murió en paz siendo de edad muy avanzada, en el año 335.

2/15 de enero: Santa Juliana de Lazarevo El mismo dia

Tomado del Mesyatsoslov de la Iglesia Ortodoxa Rusa

La justa Juliana de Lazarevo y Murom es un impactante ejemplo de una mujer rusa que se negó a sí misma. Era hija de un noble, Justino Nediurev. Desde sus primeros años vivió piadosamente, guardaba los ayunos estrictamente, y separaba mucho tiempo para la oración. Quedando huérfana a muy temprana edad, fue entregada al cuidado de sus parientes, que no la aceptaban y se reían de ella. Juliana soportaba todo con paciencia y sin quejarse. Expresaba su amor por las personas cuidando a los enfermos y cosiendo ropa para los pobres. La vida piadosa y virtuosa de la doncella atrajo la atención del dueño de la villa de Lazarevo, Yuri Osiryin, quien pronto se casó con ella. Los padres del esposo amaban a su nuera, y dejaron el manejo de la casa en sus manos. Las preocupaciones domésticas no interrumpieron los esfuerzos espirituales de Juliana. Siempre encontraba tiempo para la oración, y siempre estaba preparada para dar de comer a los huérfanos y vestir a los pobres.

Durante una terrible hambruna, ella misma permaneció sin comer, dando su último bocado a alguien que mendigaba. Juliana se entregó completamente a cuidar de los enfermos. La justa Juliana tuvo seis hijos y una hija. Después de la muerte de dos de sus hijos decidió retirarse a un monasterio, pero su marido la convenció de que permaneciera en el mundo, criando a sus hijos. Según el testimonio de su hijo Calístrato, que escribió su vida, después de esto se hizo aún más exigente consigo misma: intensificó su ayuno y oración, no dormía más de dos horas por noche, y entonces recostaba su cabeza sobre una tabla. Tras la muerte de su esposo, Juliana distribuyó su parte de la herencia a los pobres. Viviendo en extrema pobreza, era aún mas vivaz, cordial, y en todo daba gracias al Señor. La santa fue considerada digna de una visión de san Nicolás el Taumaturgo y de la dirección de la Madre de Dios en la Iglesia. Cuando la justa Juliana durmió en el Señor, fue enterrada junto a su esposo en la Iglesia de san Lázaro. Aquí fue enterrada también su hija, la Monja del Gran Hábito Teodosia. En 1614, las reliquias de la justa Juliana fueron exhumadas, y emanaban una mirra fragante, mediante la cual muchos recibieron sanidad.

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